Los telómeros son regiones de ADN altamente repetidas, cuya función principal es otorgar estabilidad estructural a los cromosomas, impidiendo que sufran daños o rupturas. A medida que nuestras células de la piel se dividen, van perdiendo la longitud de sus telómeros y, con el paso del tiempo, la protección que estos confieren al ADN se ve afectada. Cuando los telómeros son demasiado cortos se produce el daño en el ADN y la muerte celular. Muchos de estos daños ocurren por estrés oxidativo, por inflamación o por exposición a agentes nocivos para la piel (UV, contaminación, etc).
La muerte de células en la piel genera una inflamación que conlleva a más muerte y un deterioro progresivo del estado de la piel por presencia de células inflamatorias y de sustancias conocidas como radicales libres, que tienen un gran poder oxidante y pueden ser muy tóxicas para la piel.